Diligencia socialista en Bolivia (1920-1926)


A partir de las primeras dos décadas del siglo XX es posible reconocer la recepción de ideas y tópicos socialistas en Bolivia. A continuación vamos a dar un panorama de los espacios en los cuales cobró vida esta corriente de pensamiento antagónica a la cultura de las oligarquías. En conjunto nos concierne la descripción de fenómenos como la influencia de las corrientes socialista y anarquista de los países vecinos a Bolivia, Chile y Argentina principalmente; también trataremos ejemplos de luchas sindicales, como es el caso de trabajadores ferroviarios y mineros. Por último describiremos la emergencia deorganizaciones socialistas y anarquistas en los medios letrados bolivianos.
Palabras clave: recepción, socialismo, anarquismo, lucha sindical, movimiento obrero



En medio de una sociedad con privilegios como la boliviana se fueron gestando tendencias antagónicas en la política de las oligarquías criollas, dado que “el movimiento obrero durante el período de entreguerras alcanzó un espacio político y social sin precedentes. Pareciera ser que las sociedades latinoamericanas hubiesen tenido que aceptar el reconocimiento de un lugar a esta clase subalterna”.[2]
De esta manera, durante las décadas de 1920 y 1930 la lucha del movimiento obrero en Bolivia fue censurada y reprimida violentamente. En varias ocasiones la represión gubernamental antiobrera respondió a una lógica diplomática respaldada por Reino Unido y Estados Unidos. En ese sentido, la lucha huelguística en los enclaves mineros devino en la lucha antiimperialista y antioligárquica por la misma situación y naturaleza del conflicto laboral.[3]
Las huelgas que se manifestaron en las minas bolivianas durante el período de 1919 a 1920, coincidieron con una época en la cual los militantes radicales, tanto socialistas como anarquistas, publicaron excelentes periódicos y revistas propios para el intercambio de información e ideas revolucionarias. Como muestra de la anuencia con la que los trabajadores defendieron sus derechos como productores, está la lucha de los mineros de Huanuni a finales de 1919. En esta ocasión se firmó un convenio para poner fin al movimiento huelguístico entre el representante del sindicato, Abecia, la empresa de Simón Patiño y el Prefecto del Departamento, dentro del cual se sancionaba la jornada máxima de ocho horas para aquel distrito minero.
Poco tiempo después, en junio de 1922, los obreros ferroviarios de Viacha lograron una significativa victoria: mediante una huelga exigieron el compromiso de la empresa por mejorar la condición de vida de los trabajadores ferroviarios, tanto en el tramo chileno como boliviano; también reclamaron el retorno al trabajo de Giral Moreno, presidente de su federación.
A principios de 1922 fue demostrada la indisputada dirección de los sindicatos ferroviarios en el movimiento laboral boliviano. Bajo los constantes estados de sitio y conspiraciones, en enero de aquel año, el gobierno ordenó la suspensión del servicio de taxis nocturnos en La Paz, disponiendo el toque de queda para esa misma ciudad. Así que los choferes afectados pidieron apoyo a la Federación Obrera del Trabajo de La Paz constituida por 21 sindicatos.
El 9 de febrero de 1922 la FOT con el apoyo de los tranviarios, ferroviarios y gráficos emitió un llamado para la huelga general  ̶ la primera de esta naturaleza en la historia boliviana. ̶  Para el 10 de febrero los sindicatos ferroviarios estaban en huelga y el tráfico nacional completamente detenido, en tanto que los gráficos lograban éxito en cerrar todos los principales periódicos […] el gobierno municipal de La Paz tuvo que re conocer su derrota […] los tranviarios recibieron ciertas concesiones y la Federación Ferroviaria logró su reconocimiento legal por parte del gobierno. […] Además la Federación Ferroviaria, no solamente respaldó esta disputa sino que demandó para sí misma de la Bolivian Railway Company el reconocimiento completo de su estatus como único agente negociador de los obreros ferroviarios.[4]
En esa misma temporada emergió la primera generación de partidos políticos modernos derivados de las fórmulas tradicionales: Verbigracia Partido Republicano, Partido Republicano Genuino y Partido de la Unión Nacionalista. Asimismo, la resonancia en Bolivia de los acontecimientos internacionales, como la Revolución Mexicana, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa de 1917 y la reforma universitaria, ayudaron a radicalizar la perspectiva de los jóvenes universitarios e intelectuales con decidida vocación americanista. Así, en esta época se fijaron las bases doctrinarias para el esquema de los partidos políticos de izquierda futuros.
La recepción de tópicos de ideas socialistas y anarquistas significó un proceso de crítica e innovación en el terreno político y cultural boliviano. Tanto Guillermo Francovich como Irma Lorini destacan un cierto “desfase” en la circulación de esas doctrinas en Bolivia con respecto a los países vecinos.
Provenientes de Argentina y Chile comenzaron a llegar lentamente una serie de traducciones al español de algunos autores clásicos anarquistas (Bakunin, Proudhon y Reclus), mientras que la circulación inicial del materialismo histórico estuvo mediada por la obra de José Ingenieros -baste recordar el ensayo de José Prudencio Bustillo titulado La deuda de Bolivia al pensamiento de Ingenieros (1925)-.[5]
Respecto al diálogo con los países vecinos, nos parece importante la visita del argentino Alfredo Palacios (1880-1965), el primer diputado socialista en América Latina, a la ciudad de La Paz en 1923. En ese sentido también es significativa la presencia del socialista Mariano Rivas en la misma ciudad, quien ocupaba la embajada argentina. En los hechos, dentro del territorio cercano a la frontera con Argentina, como el pueblo de Tupiza, “en 1906 apareció el sindicato ‘Unión Obrera 1° de Mayo’, que pregonó principios socialistas y se declaró abiertamente en contra de los abusos y expoliaciones de las grandes empresas mineras del sur”.[6]
El vínculo con las organizaciones sindicales y políticas socialistas de Chile estuvo dado por el flujo de mano de obra boliviana hacia las salitreras de la pampa chilena. La Federación Obrera Chilena inició el desarrollo de fuertes lazos con las federaciones obreras bolivianas, al mismo tiempo que se afiliaba a la Segunda Internacional, llevando así al movimiento laboral boliviano a adoptar nuevas ideas.[7] En la coyuntura de 1919-1920, por ejemplo, la sucesión de huelgas y motines de “nuevo tipo” en las minas bolivianas, coincidió con el retorno de más de 4.000 “pampinos” desempleados por el cierre de oficinas industriales en Chile. Este movimiento inundó el mercado laboral minero en Bolivia y se acusó a los migrantes de incitar a los trabajadores a la “insubordinación”.[8]
Resulta un buen ejemplo el caso de Moisés Dick Amputero, dado que se vinculó con el Partido Socialista de Luis Emilio Recabarren durante su viaje por Chile. En 1923 se presentó en las elecciones de Potosí como “candidato obrero comunista”; ese mismo año el gobierno de Saavedra lo desterró, tal vez por ser considerado un peligroso agitador extremista. Debido a su nueva circunstancia, Dick Amputero decidió adherir a la Federación Obrera de Chile y al Partido Comunista de Chile (fundado en 1922) entidades en las que adquirió su aprendizaje sindical y político.[9]
En su retorno a Bolivia, el destacado comerciante escribió un pequeño folleto titulado Organización sindicalista (1926), en el cual defendía la necesidad de declararse comunista y adherirse a la Internacional Sindical Roja. En palabras de Amputero: “Los países que se hallan adheridos a la ISR de Moscú gozan de mediana libertad, por lo menos pueden hacer propaganda en la prensa y en la tribuna, mientras que en Bolivia, bajo los gobiernos del liberalismo y del feroz tirano Saavedra, no existió libertad […]”.[10] Por otra parte, tenemos noticia de que el periódico Despertar de Iquique, fundado y dirigido por Luis Emilio Recabarren, sostenido por la Federación Obrera de Chile, era leído en los centros culturales bolivianos.[11]
Lo más importante es que las vías de ingreso de las doctrinas socialista y anarquista a los ambientes letrados bolivianos, fueron múltiples. Uno de los canales de transmisión de éstas fue la actividad cultural e intelectual de los sectores medios y de trabajadores. Dentro de esta actividad, corresponde citar la labor que desempeñó la “Sociedad Agustín Aspiazu”, fundada en 1904 y cuyos miembros solían autodenominarse “radicales-socialistas” (Miguel Lino Urquieta, exiliado peruano, y Tomás Monje Gutiérrez fueron sus principales animadores).[12] Según Guillermo Lora, la Sociedad habría influido de manera indirecta en la aparición del Partido Radical.[13]
Otro ejemplo del proceso de recepción y difusión de ideas socialistas, es el trabajo desarrollado por el Centro Obrero de Estudios Sociales (COES), creado en La Paz en 1914 y encabezado por Ricardo Perales. Bajo la influencia del Centro se reorganizó en 1918 la FOI, ahora rebautizada Federación Obrera del Trabajo (FOT).[14] Hernán Topasso resalta la convivencia de posturas ideológicas al interior del COES, es decir, socialdemócratas y anarquistas junto con nuevas lecturas del marxismo.
Los “centros culturales obreros” estuvieron conformados especialmente por artesanos y trabajadores que se abocaron a realizar una tarea intelectual de apoyo y de orientación a los sindicatos y federaciones obreras. Algunos artesanos se constituyeron en el eje de nuevos círculos de estudio y propaganda, como los hermanos Santiago y Desidero Osuna, vinculados en el Centro Cultural Obrero “Despertar” y Guillermo Palacios del Grupo Libertario “Redención”.[15] Por otro lado, en el Centro Obrero Libertario de La Paz (COL), predominaron militantes de tendencia anarquista como Nicolás Mantilla, Luis Cusicanqui, Jacinto Centellas y Domitila Pareja.
Según afirman Silvia Rivera Cusicanqui y Zulema Lehm, en la década de 1920, la agrupación libertaria más influyente fue el grupo “La Antorcha”. Hay que destacar que toda la actividad de los centros culturales anarquistas daría frutos con la formación de combativos sindicatos libertarios. Baste señala que sólo la Unión de Trabajadores en Madera (1925) estaba formada por operarios que  trabajaban en fábricas y maestranzas de la ciudad de La Paz, como las fábricas de muebles: “La Nacional”, “La Ideal”, “Centenario”, “Italo-Americana”, “Gundlach” y “Americana”; y además por un buen número de operarios, ebanistas y carpinteros que laboraban en talleres particulares.[16] También está el caso del Sindicato Central de Albañiles y Constructores (1924), la Federación de Artes Mecánicas (1925), y la Federación de Sastres (reorganizada en 1927).[17]
Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui señalan los aspectos fundamentales para que las doctrinas anarco-sindicalistas y sus formas organizativas se propagaran entre los trabajadores obrero-artesanales. En primer lugar se realizó una campaña para la formación de centros y sindicatos libertarios en pro de la jornada de ocho horas, ya que las empresas incumplían la legislación promulgada por los gobiernos de Siles y Saavedra, así que se desataron masivas manifestaciones encabezadas por la Unión de Trabajadores en Madera y el Sindicato Central de Albañiles y Constructores de 1926 a 1929.[18]
En segundo lugar, la eficacia de la doctrina anarquista entre los trabajadores, obedeció al explícito rechazo a la intervención de los intelectuales de origen oligárquico o “pequeño-burgués” en la actividad organizativa obrera. El rechazo a este tipo de tutelaje, según Lehm y Cusicanqui, se sujetaba en la figura del artesano-intelectual propia del imaginario político de los militantes anarquistas, cuya gran avidez por la lectura, amor por el arte y por los logros espirituales del ser humano, se unía con la valorización del trabajo manual como una elevada expresión de la creatividad individual y colectiva.[19]
Vale la pena decir que:
En los países andinos el sindicalismo y las corrientes políticas de filiación anarcosindicalista y comunista presentaron un panorama más complejo y explosivo. No siempre las ideologías constituyeron un factor de escisión del movimiento indígena, marcando así una cierta distancia frente a lo que usualmente acontecía en los medios urbanos criollos, mestizos e inmigrantes proletarios. En 1921, la Federación de Comunidades Indígenas de Argentina, Bolivia y del Perú, a pesar de su filiación ácrata, no tuvo reparos en pedir su filiación a la Tercera Internacional, por considerarse heredera y portavoz de una milenaria tradición comunista.[20]
Los sectores subalternos establecieron clientelas políticas con el Partido Liberal y con el Partido Republicano. Es que Bautista Savvedra, caudillo republicano, promulgó la primera legislación social durante su gobierno. Por el contrario, el flujo de ideas socialistas permitió la formación de los primeros partidos socialistas locales, sobre la base de un discurso que defendía una perspectiva clasista e independiente. Nos interesa explicar con más detalle este proceso.
Para empezar, el Centro Obrero de Estudios Sociales (COES) de La Paz, junto con la Liga Radical Obrera y la más tardía Federación Obrera Internacional (FOI)[21] intentaron crear el primer Partido Socialista en Bolivia (1914). En general, éste abogó por el mejoramiento de las condiciones de vida del obrero dentro de las normas democráticas, además participó en las elecciones logrando dos puestos municipales y uno en la cámara de diputados.[22]
En Santa Cruz, el primer esfuerzo por difundir ideas socialistas comenzó en 1916 por Adolfo Flores. Según Guillermo Lora, un año después el Partido Socialista de Santa Cruz aprobó su “programa mínimo”, publicado en el número uno de El Socialista. Dentro de la serie de reivindicaciones democráticas que contiene el programa, Lora destaca la consigna del sufragio universal.[23]
En la ciudad de Cochabamba, el Partido Obrero Socialista actuaba en estrecha cooperación con las diferentes federaciones. Muestra de ello fue “un volante invitando a una ‘asamblea general del proletariado’ firmado por el POS y por la Sociedad de Choferes, el Gremio de Albañiles y la Federación de Empleados de Hotel”.[24] El objetivo de la asamblea, dice Lora, era escuchar el informe del diputado Ricardo Soruco y tomar acuerdos para formar más federaciones.
En Oruro se fundó el Partido Obrero Socialista el 14 de septiembre de 1919, con el apoyo del Centro Obrero de Estudios Sociales (COES) de La Paz. Guillermo Lora afirma que en el evento de fundación intervinieron Germán Saravia, Carrasco, Barja, Téllez y Ricardo Perales.[25] Ese mismo año el partido presentó candidatura en las elecciones municipales con el siguiente discurso:
La clase obrera organizada en forma de partido de principios presenta ante la consideración de sus ciudadanos una candidatura de tres hijos del taller […]. Los derechos e intereses del proletariado se hallan desconocidos por las clases pudientes, las únicas que en las comunas tienen sus personeros. Corresponde pues, a los trabajadores envíen sus representantes para que allí laboren por el mejoramiento de las clases pobres.[26]
Quizás el panfleto citado estaba dirigido a los ferroviarios que trabajaban en los rieles de Oruro, los cuales unían dicha localidad con Potosí, Villazón y Cochabamba. De cualquier forma, el proletariado boliviano estaba compuesto especialmente por artesanos, trabajadores del transporte y comunicaciones, de la construcción, gráficos y trabajadores de las industrias manufactureras. El sentido de participar en el sistema político garantizó una representación, aunque mínima, en el Parlamento de los partidos socialistas.
En 1920, el Partido Obrero Socialista de Oruro publicó en el periódico La Patria un programa de 11 puntos. Dentro de los principales estatutos, los socialistas de Oruro insistieron en la necesidad de una legislación laboral e indigenal en la que se proscribieran los rasgos serviles de la economía, como el pongueaje, y al mismo tiempo, se conservara la propiedad comunitaria de los indígenas. También propusieron la creación de universidades populares, escuelas rurales, y reclamaron la separación de las instituciones estatales de las eclesiásticas.[27]
Mientras tanto, el Partido Obrero Socialista de La Paz se fundó en septiembre de 1920 bajo la dirección de Julio M. Ordóñez, jefe de la Federación Obrera de Trabajo de La Paz, también por Ezequiel Salvatierra, Carlos Mendoza M. y Augusto Varela, todos importantes dirigentes laborales. La sede de sus reuniones fue el COES. El programa del POS de La Paz iba en sintonía con el que levantaron los socialistas de Oruro en cuanto a la separación de la Iglesia del Estado, la abolición del pongueaje y el reconocimiento legal de las comunidades indígenas.[28]
Sin embargo, el esquema paceño incluyó una legislación laboral que comprendía el ahorro para obreros, derecho a huelga y jornada de ocho horas. En su plataforma propugnaban una política gubernamental proteccionista, así como la eliminación de impuestos en las mercancías de primera necesidad. Además el POS de La Paz reclamó los derechos civiles para las mujeres y resaltó el problema de la educación.[29]
En 1921 los militantes socialistas de La Paz y de Oruro organizaron un Congreso Socialista Nacional con la perspectiva de fundar un Partido Socialista Nacional.  A saber, en el “N° 9 de Claridad de Cochabamba, dirigida por Guillermo Maceda Cáceres, se comentan los preparativos que realizaba el Comité Ejecutivo del POS de La Paz para este evento”.[30] Al Congreso asistieron varios dirigentes laborales, entre ellos Ricardo Soruco, quien ya figuraba como candidato a diputado por el socialismo en las provincias de Arque y Capinota, a la vez era dirigente de la Federación de Ferroviarios. También estuvieron presentes Ricardo Perales y Donato Téllez, representantes del Partido Obrero Socialista de Oruro. El cuadro se completó con Augusto Varela, delegado del Partido Obrero Socialista de La Paz, y Enrique G. Loza, por el Partido Obrero Socialista de Uyuni.[31]
En la reunión de 1921, bajo la dirección de la Federación Ferroviaria de Oruro, se hizo un llamado a todos los gremios y sindicatos de la nación con el motivo de integrar una Federación Obrera Nacional. Así que varios sindicatos enviaron representantes al Congreso Nacional donde se encontraron con miembros de la prensa obrera. Por otro lado, en esta reunión se designó un secretario general del nuevo Partido Socialista, Ricardo Perales, y el secretario de actas sería A. Carvajal.[32]
Los desacuerdos entre representantes de diversos grupos ideológicos del movimiento laboral de ese tiempo impidieron la creación de una confederación nacional. Guillermo Lora afirma que la principal división se dirigió hacia las tendencias modernas, es decir, hacia aquellas que esgrimían ciertos conceptos del marxismo o del anarquismo en contra de las federaciones relacionadas con el Partido Republicano. No obstante, la reunión de 1921 fue demasiado importante puesto que se logró reunir por primera vez a esos grupos y abrió camino para eventos similares en el futuro.
Conforme a las resoluciones adoptadas en el Congreso Nacional de Oruro, el Partido Socialista de La Paz extendió la invitación para asociarse a él. De esta manera indicaban que “el libro de matrícula para los ciudadanos que deseen pertenecer al socialismo, está abierto en la sastrería del señor Néstor Maceda Cáceres”.[33] A comienzos de 1922, dicha política sirvió para impulsar la organización de núcleos socialistas en otros puntos del país, así que pronto se organizó el Partido Obrero Socialista de Potosí, cuyo secretario general era Enrique Loza, mientras que el secretario de actas era Sotelo Montalvo Rivera.[34]
En ese mismo año el POS de La Paz aprobó un nuevo programa que fue adoptado a nivel nacional y contenía puntos más avanzados que los programas socialistas anteriores. Al decir de Irma Lorini:
No sólo resaltó aspectos de la forma de una democracia parlamentaria, sino que incluyó dentro de ella, la posibilidad de representación de las organizaciones de las bases obreras, es decir, de sus federaciones y gremios con representación directa en el parlamento nacional o en las instituciones comunales, lo que implicaba el intento de implementar una democracia de tipo participativo. También es de resaltar la consigna de nacionalización de los recursos naturales, minerales y petróleo, del sector de servicios, como los ferrocarriles y el servicio eléctrico que se encontraban en manos de capital extranjero.[35]
En resumen, el esfuerzo por reunir a las diversas organizaciones socialistas en un Congreso Nacional, así como el llamado a ganar adherentes, y finalmente el programa adoptado, aparece en los marcos de un sistema político oligárquico como una fuerza moderna, laica y democrática. Al mismo tiempo el discurso que los socialistas propagaban llamaba a la reflexión:
[…] en los países mejor organizados -escriben- hace tiempo que los partidos socialistas juegan un rol político preponderante y tienen numerosa y hábil representación en el parlamento […]. El socialismo no puede inquietar a ningún espíritu moderno y tolerante. Su programa no es, como muchos piensan todavía, demoledor de las instituciones y del régimen de la propiedad privada. Es un socialismo moderado que se impone por la fuerza, sino por convicción.[36]
Como consecuencia, en enero de 1921 el parlamentario socialista, Ricardo Soruco, fue atacado duramente por un convencional republicano: “Es usted un filibustero que sólo merece el fusilamiento por sus ideas socialistas”.[37] En aquella ocasión, la Federación Ferroviaria, de la cual Soruco era presidente, se dirigió al proletariado nacional con los siguientes términos:
Los proletarios bolivianos sufrimos largo tiempo las funestas consecuencias de la esclavitud económica y para colmo de nuestra desgracia no existe ni una sola ley que mitigue nuestros sufrimientos, por esto damos nuestro voto de apoyo a Ricardo Soruco miembro del Partido Socialista, quien fue ofendido por el convencional clerical Iturralde.[38]
Luego la “fiebre del socialismo” que agitaba al país, dice Lora, “evidenció gran afinidad con la socialdemocracia internacional”, razón por la cual en un folleto publicado en 1921, cuyo título era El Socialismo en Bolivia, polémica y didáctica se sostiene que:
[… ] Sería falta absoluta de sentido práctico predicar en Bolivia el odio y la lucha de clases, como en otros centros donde tiene su razón de ser. Sería insensato quien alimentara en la propaganda ideas revolucionarias contra el Estado […]. ¿Quiere el partido socialista boliviano que sus ideas se infiltren, que se impongan a las clases privilegiadas, que consigan justificar aspiraciones de clase, que las metan al amparo contra la agresión de los opositores, en suma, quieren que sus ideales triunfen? Hay que tener un buen órgano del partido.[39]
Con esta cita queremos ilustrar una de las formas en que el socialismo, con concepciones de corte marxista, se difundió entre las clases subalternas bolivianas. Muchas veces, como señala Guillermo Lora, los socialistas latinoamericanos veían a la socialdemocracia alemana, a partir del triunfo electoral de 1890, como un proyecto político iniciador de una nueva época en la historia de los movimientos sociales.[40] Por otro lado, Lora sostiene la hipótesis de que las diversas expresiones del Partido Socialista, a pesar de concebirse como entidad nacional e incluso como parte del movimiento socialista mundial, ofrecían particularidades propias en cada departamento.[41]
De acuerdo con Lora, los partidos de Oruro y Cochabamba no iban más allá de un “tibio reformismo”, mientras que el partido socialista de La Paz aparecía teñido del “utopismo” de Gerardo F. Ramírez. Nos parece necesario el conocimiento de las formas teóricas y diferenciadas que asumieron cada uno de los partidos socialistas en esta época, puesto que significa poner en relieve un aspecto característico de la historia de Bolivia. Las suposiciones lanzadas por Guillermo Lora están muy lejos de cumplir esta tarea pendiente.
Es difícil señalar hasta qué punto la historia del movimiento obrero convergió con la historia del socialismo en esta época. Apostamos a que una manera en la que ambos movimientos se identificaron tiene que ver con los círculos de estudio entre artesanos y trabajadores mineros ligados a la “prensa obrera” escrita por intelectuales radicales. A continuación anotamos títulos de diarios que circulaban en la época.
En la ciudad de Sucre se fundaron La opinión obrera (1917), Tierra y Libertad. Órgano al servicio del proletariado nacional y de todos los explotados en general (1926), y un año más tarde apareció El socialista. De los diarios correspondientes a Tarija sobresale El Ideal obrero, puesto en circulación hacia 1924. Mientras que en la ciudad de La Paz se movían Aurora Social, La Tea y Periódico anarquista. Asimismo Órgano de la Agrupación La Antorcha (1927), Solidaridad (1929) de tendencia anarquista, junto con Patria Libre y Aurora Roja.[42]
También está el caso de Humanidad que no era cerradamente anarquista, puesto que en éste publicaron colaboraciones del socialista Cholo-Kani y de Fernando Cisneros del grupo peruano Amauta. En el caso de Cochabamba, se tuvo el diario El Federado, mientras que el vocero del Partido Obrero de Potosí era La Roja Bandera Socialista; respecto a Uyuni, La vos socialista; finalmente Acción Directa y El Ferroviario en Oruro.[43]
Justamente el Centro Obrero de Estudios Sociales preparó el Segundo Congreso Obrero Nacional, el cual se celebraría en La Paz en 1925, donde según Guillermo Lora, los autores de la convocatoria no ocultaron su ideario marxista. En este Congreso las diferencias ideológicas comenzaron a perfilarse cada vez más.[44] En las comisiones y participaciones plenarias debatieron acaloradamente dirigentes marxistas y socialistas, tales como Guillermo Maceda, Carlos Mendoza Mamani y los hermanos Ordóñez, junto con artesanos anarquistas como Luis Cusicanqui, Pablo Maráz, los hermanos Osuna, Tomás Aspiazu, Luis Abaroa y Félix Conde.[45]
El presidente del Segundo Congreso Obrero Nacional fue Rómulo Chumacero, personaje que por esa época tuvo fuertes simpatías por el pensamiento anarquista, de modo que contribuyó al difundirlo en las veladas de la Escuela “Francisco Ferrer Guardia” de Sucre, misma de la que fue director.[46] Además el Congreso contó con la presencia de Manuel Seoane, destacado militante aprista que viajó a Bolivia en calidad de representante, no sólo de estudiantes peruanos, sino también de la Federación Universitaria de La Plata y de distintos centros estudiantiles de la Argentina. Como resultado de esta visita, Seoane escribió el libro Con el ojo izquierdo. Mirando a Bolivia.[47]
Sin lugar a duda, el desarrollo de este escenario fue atractivo para otros militantes internacionales que se sumaron inmediatamente a la agitación política radical. La obra de Guillermo Lora destaca las siguientes figuras: Miguel Nin Canales, de nacionalidad española, el zapatero chileno Armando Treviño, los peruanos Francisco Gamarra, Navarro y Paulino Aguilar; el español Nicolás Mantilla, el mexicano Rangel, el argentino Huerta.[48] Por su parte el inmigrante Antonio Foumarakis, organizador en la capital de Argentina de la “Unión Anarquista Balcánica Sud-Americana”, cuyo ideal era la hermandad de las agrupaciones ácratas del continente, dictó conferencias durante su viaje por Bolivia en 1927. Luis Cusicanqui tomó contacto epistolar con él durante ese año.[49]
A grandes rasgos, ésta fue la composición de las corrientes políticas radicales en Bolivia, tanto anarquista como socialista durante los primeros años del siglo XX, es decir, un movimiento influido por la literatura y las experiencias políticas y sindicales de filiación anarquista y socialista de los países vecinos como Argentina y Chile, principalmente. Esta corriente estuvo representada al interior de Bolivia por grupos sociales ubicados tanto dentro del sector medio intelectual, como del sector obrero-artesanal.
El pensamiento y la acción de estos sectores contestatarios fueron naturalmente antagónicos a la política y cultura de las oligarquías criollas. Por tal razón lograron formar un conjunto de instrumentos de vida democrática colectiva como sindicatos, círculos socialistas, bibliotecas, universidades populares y otras instituciones de cultura como periódicos y editoriales. Vimos también que estos esfuerzos fueron duramente criticados.
Probablemente el conjunto de personas que se reconocían como “socialistas”, “libertarios”, incluso “marxistas”, y que actuaron dentro de los “centros culturales obreros”, la “prensa obrera”, así como dentro de los partidos socialistas locales, no eran más que una vasta pléyade de reformadores sociales. La comprensión que tenían sobre las condiciones de los trabajadores, los conducía a ser titulares de la lucha política por la legalidad de su acción y por la conquista de sus reivindicaciones como productores. En el caso particular de los militantes que participaron en la fundación de partidos socialistas, podemos decir que  admitían como base esencial de su pensamiento, la afirmación de que las clases trabajadoras formaran un partido político propio que debía actuar en la vida nacional.
A este contexto se enlaza la fundación del Partido Socialista Máximo de Bolivia, al frente de Tristán Marof y otros líderes laborales, en la ciudad de Sucre en 1926. Marof construyó un ideario socialista en los ambientes parisinos de posguerra. En los cuales mantuvo contacto directamente con Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Henry Barbusse, Rapoport y Pioch. También estuvo cerca del circuito de exiliados latinoamericanos, dentro del cual se hacía pasar por estudiante; ahí entabló convivencia con Haya de la Torre, César Vallejo y Miguel Ángel Asturias. En este contexto, la relación personal con Manuel Ugarte fue mantenida por muchos años. Entre estas grandes figuras, Marof ostentaba con orgullo su origen boliviano, altoperuano, gustaba decir.
Foto de Tristán Marof publicada en Crítica, Buenos Aires, 3/11/1927. La nota fue titulada “Por defender los derechos de los Indígenas Oprimidos, el Gobierno de Siles los encarceló y lo confinó.” (Hernán Topasso, Tristán Marof o el enigma de América Latina.)

Quizá una de las mayores influencias intelectuales para Marof fue Henry Barbusse, figura que prologó con una carta su primer libro publicado en Europa (El ingenuo continente americano, 1922). Además:

[…] lo introdujo al círculo intelectual de más alto nivel. De igual forma, contribuyó mucho a la reorientación de las búsquedas ideológicas de este joven boliviano, desviándolo del modernismo latinoamericano hacia el marxismo y comunismo. Lo presentó a los líderes europeos del comunismo, que lo consideraron como portavoz y caudillo de los marxistas bolivianos, lo cual estaba muy lejos de ser cierto.[50]
Tristán Marof regresó en septiembre de 1926 a Bolivia. Su agitada vida de escritor, conocida en Europa, llamó la atención a la elite política boliviana. El gobierno de Hernando Siles (1925- 1930) le propuso el cargo de cónsul en Londres o la posibilidad de ser elegido diputado en el Congreso por el Partido de la Unión Nacional. Probablemente “el gobierno contaba con atraer con Marof a las masas populares, sobre todo a obreros y estudiantes, intelectuales”.  Marof era un intelectual de izquierda por lo que rechazó la oferta de una forma poco respetuosa y brusca para así organizar, junto a importantes líderes como Rómulo Chumacero y Roberto Hinojosa, el Partido Socialista Máximo.
Así pues, ¿qué ambiciones y proyectos perseguía el grupo de intelectuales que se agruparon alrededor de Marof? La respuesta se encuentra planteada en el manifiesto de fundación del partido el cual fue publicado por el portavoz de la Internacional Comunista, La Correspondencia Sudamericana, de Buenos Aires un año después.
De entrada el manifiesto del Partido Socialista Máximo de Bolivia reconoce el trabajo de los militantes socialistas; en ese sentido, registra la labor que han realizado por “despertar la conciencia de clase entre los trabajadores”, mediante las escuelas populares, las imprentas y los periódicos. Hay que tener en cuenta que Tristán Marof pensaba que se debían superar las viejas prácticas caudillistas y apunta la siguiente crítica:
Hasta la fecha se han llevado a cabo tres Congresos Obreros en el País. El resultado práctico está en la conciencia de los trabajadores. Mucha teoría, demasiado lirismo y exceso de promesas. Concluido el Congreso, los obreros vuelven a caer en los vicios de antes, no abandonan a sus caudillos y se muestran reacios a la organización y a defender sus propios intereses.[51]
A partir de entonces, el manifiesto enumera los objetivos que debería realizar el movimiento socialista. En oposición a la falta de madurez de las elites políticas, señala que los adherentes socialistas son una minoría de hombres incorruptibles; la responsabilidad de éstos era difundir la doctrina del partido socialista entre los simpatizantes, es decir, trabajadores manuales, mineros e indios. Políticamente, el partido socialista veía a estos sectores como “los asalariados, los explotados, los oprimidos, los empleados de comercio, los empleados públicos, y en fin, todos los que no disponen de capital y dependen directamente de su trabajo y del patrón”.[52] Claro que cada uno de los aspectos que hemos señalado del manifiesto revela una perspectiva clasista retomada del marxismo.
Sin duda el énfasis del manifiesto está concentrado en la defensa de las condiciones de vida de los sectores populares:
Actualmente los obreros llevan una vida miserable y vergonzosa; habitan en tiendas y pocilgas, en completa promiscuidad con animales domésticos. Ningún obrero posee una casa decente, ignora de comodidades y desconoce la higiene. El socialismo, lo que pretende, es variar completamente este género de vida, transformar los talleres en fábricas, establecer cooperativas de obreros, nacionalizar las minas, formar Concejos de          Trabajadores, implantar la industria nacional, abaratar los medios de subsistencia, crear grandes colonias agrícolas.[53]
Al mismo tiempo, el manifiesto del partido socialista de Marof, hizo su propia lectura sobre el problema del regionalismo:
Otra arma criolla y peligrosa de que se vale la burguesía en su afán de perpetrarse, es el regionalismo. Los socialistas deben combatir por todos los medios este recurso último de la burguesía y hacer declaraciones francas que, los trabajadores no tienen el sentimentalismo de localidad ni la pasión de campanario, puesto que ellos viven exclusivamente de su trabajo y de sus músculos. El obrero socialista no puede ser regional puesto que las tendencias sociales lo llevan al internacionalismo. Todos los obreros del mundo son hermanos porque son explotados.[54]
El Comité Ejecutivo del Partido Socialista Máximo estaba integrado por la red intelectual: Alberto Murillo Calbimonte, Rómulo Chumacero, Abraham Valdez, Rafael Reyeros, Víctor E. Sanjinés, Oscar Cerruto y Natusch Velasco.[55] A través de Chumacero y Murillo, Tristán Marof logró ponerse en contacto con el movimiento de los caciques apoderados. Mientras que Abraham Valdez y Oscar Cerruto fueron compañeros dentro de la Asociación Platonia. Los fundadores del Partido Socialista Máximo eran militantes experimentados de la izquierda sindicalista y revolucionaria boliviana, sin embargo, no hemos averiguado sobre el hilo conductor de la ideología de estos, así como de sus filiaciones políticas orgánicas.
La afinidad política entre Tristán Marof y Rómulo Chumacero fue muy activa, por lo cual, en la circular No. 1 del periódico editado por Chumacero titulado Tierra y Libertad, ambos intelectuales se refirieron a la libertad económica como un medio para brindar acceso a la tierra. Al analizar Bolivia, Marof y Chumacero, percibieron que los oficiales locales eran muy importantes en la mediación de las relaciones entre las comunidades indígenas y el gobierno central, de igual manera, notaron que el control comunitario sobre los oficiales era tan importante como la recuperación de tierras.[56]
En el manifiesto de fundación del Partido Socialista Máximo, el grupo de intelectuales que apoyaban a Marof, asumió una serie de principios que caracterizaban al partido. En primer lugar, el partido se define como marxista, en segundo lugar, propende a ser un partido fuerte, material e intelectualmente; en tercer lugar, se define antiparlamentario, a lo cual añade en clave leninista que: “El parlamento tal como está formado en todas las épocas, es una reunión amorfa de patrones, propietarios y elementos incondicionales que apoyan y sostienen a los caudillos en la forma más servil y grotesca”.[57]
Otro aspecto importante del manifiesto es la influencia de Henry Barbusse, ya que dicho filósofo francés advirtió que la revolución significaba el grito y el poder del pensamiento -“no sólo se realizaba en su materialidad”, como lo plantea el propio manifiesto del Partido Socialista Máximo-. De acuerdo con Barbusse, los intelectuales son representantes de la inteligencia de las sociedades, por lo que deben ser los primeros en unirse a los movimientos revolucionarios; en realidad para Barbusse el comunismo internacional era una aplicación práctica de las verdades eternas de la razón.[58] Dentro de esa constelación de ideas el manifiesto declaró que:
Bolivia íntegra, tiene que ser socialista sino quiere ser colonia yanqui. Para esto necesitamos la buena voluntad de todos los elementos honrados, obreros e intelectuales. Ningún hombre de izquierda puede estar excluído del movimiento revolucionario. […] La revolución social tiene que hacerla los oprimidos, materiales e intelectuales, todos aquellos a quienes la sociedad actual les pesa como una plancha de plomo, todos los que abominan esta ficción grosera e hipócrita de democracia y desean la igualdad absoluta de clases […]. Es preciso recordar que las grandes revoluciones del mundo han sido planteadas por filósofos y científicos amigos del pueblo. Los dirigentes rusos, Lenin, Trosky, Chicherín, precisamente no eran obreros manuales, pero hicieron la revolución proletaria con amor y con fé.[59]
En definitiva, Tristán Marof demostró ser un símbolo del socialismo boliviano. A su llegada de Europa, de acuerdo con el clima ideológico encontrado, sus ideas ganaron un lugar entre el movimiento de los sectores subalternos como también entre el movimiento estudiantil. Marof fue un gran propagandista de las referencias ideológicas que se cruzaron en su pensamiento. En ese sentido, podríamos enumerar una gran lista de autores a los que mencionó en su obra, y a su vez, contribuyó a que fueran leídos en Bolivia, por ahora nos gustaría anotar sólo tres: Marx, Lenin y Barbusse.
El movimiento estudiantil constituía un foco de presión y oposición a la oligarquía boliviana. “Para los radicalizados estudiantes bolivianos, la figura señera del filósofo mexicano José Vasconcelos, al lado de los argentinos José Ingenieros y Alfredo Palacios aparecía como la fuente de inspiración”.[60] Por otra parte, la Federación de Estudiantes de La Paz se había asumido como representante de la generación del Centenario de la Independencia, defensora de la Constitución y del ideal de la patria nueva.[61]
Dentro del programa de fiestas del centenario de la independencia, se incluía la bendición de los estandartes de las asociaciones obreras en el templo de San Francisco.  En contra de este tipo de medidas, los dirigentes de la Federación de Estudiantes de La Paz, Enrique Valvidieso y Luis Ballivián Caracho, rubricaron un manifiesto dirigido al Congreso en septiembre de 1925. Esta vez los estudiantes repudiaron el caudillismo político.[62]
En 1926 los estudiantes de la Federación Universitaria de La Paz lograron frenar la campaña que el obispo austriaco Sieffert había lanzado. Con el título de “Gran Cruzada Nacional Pro Indio”, la iglesia católica a través de Sieffert, se proponía “recaudar fondos con destino a la educación indígena, crear escuelas especiales de artes y oficios, becas, etcétera, en el entendido de que el principal problema del indio era la falta de educación”.[63]
Según Ricardo Melgar Bao, el debate boliviano sobre la cuestión religiosa filtraba las miradas sobre la revolución mexicana contra el poder del clero católico. Así que no fue accidental que Oscar A. Cerruto, (inspirado en el ejemplo mexicano, desde las páginas de Bandera Roja, uno de los principales diarios paceños de izquierda), asumiese inflamadas banderas anticlericales: “¡Fundámonos en una acción conjunta y arrojemos al clero de nuestro país! Expulsémosle y habremos conseguido más de cien prédicas líricas y prudenciales”.[64]
Al interior de Bolivia, la iglesia católica comenzó su reorganización en 1924, aunado con el deseo, por parte del gobierno, de que cada departamento tuviera un obispo. En ese año se crearon tres episcopados, en Oruro, Tarija y Potosí, ciudades que presentaban un fuerte desnivel en la tradición católica, con respecto a las de raigambre episcopal colonial. Se agrega que la iglesia católica contaba con varios periódicos: en la ciudad de La Paz: La defensa, La verdad, El mensajero, La esperanza, La cátedra; en Cochabamba: La unión, La revista católica, El ciudadano, La información católica, El deber, La idea religiosa; en Potosí: La propaganda, La verdad católica; en Santa Cruz, La unión, El diario popular, Acción católica, El ciudadano católico; en Oruro: El despertador católico; en Tarija el Boletín Antoniano; en Sucre: El lábaro.[65]
La reestructuración de las jerarquías eclesiásticas dinamizó y extendió sus campañas. En ese sentido, la iglesia católica organizó varios eventos masivos durante 1925. Basta señalar la II Reunión del Episcopado en Sucre, la peregrinación nacional a Roma, el I Congreso Eucarístico Nacional en La Paz, la Consagración de la República al Corazón de Jesús en Sucre y la coronación de la Virgen de Copacabana.[66]Por consiguiente, el movimiento estudiantil logró dar una sacudida a esta institución.
En Bolivia, como en el resto de América Latina, los manifiestos y proclamas estudiantiles constituyen todo un género literario; dentro del caso boliviano demostraron una gran cercanía con los tópicos de la corriente socialista. El manifiesto que emitió la Federación de Estudiantes de La Paz criticando la Gran Cruzada Nacional Pro Indio, sostenía una seria preocupación por el rumbo que tomaba la modernización de la sociedad. A través del presidente de la Federación, Enrique Valvidieso, los estudiantes expresaron:
Creemos que la incorporación del indio a la civilización no debe ser patrimonio de ningún credo religioso. Toda tendencia de redención del indígena debe descansar en un fenómeno eminentemente económico: la propiedad o enfiteusis de la tierra y como consecuencia de este postulado, la alfabetización y educación técnica […]. No escapa de la preocupación de nadie el peligro que entraña encomendar esta gran misión social al clero: la experiencia de cuatrocientos años, nos demuestra que éste, juntamente con el latifundista y el representante de la autoridad  ̶ hoy aliados ̶  han ido lenta y calculadamente agotando la vitalidad de la raza y colocando al indio en la degradante situación en que hoy se encuentra […]. El fin clara y perfectamente evidenciado que persigue la Gran Cruzada Nacional Pro Indio no es otro que el de entregar al clero la solución de este problema. Ahora bien, ¿podremos           nosotros cooperar con la experiencia de toda la era colonial y aún la república? No. Esta labor correspondo al Estado, quien deberá realizarla sin intervención de ninguna profesión religiosa.[67]
Además, la Federación de La Paz realizó una manifestación de protesta en la Plaza Murillo. De inmediato el gobierno retiró su respaldo a la Gran Cruzada, “el mismo obispo de La Paz anunció su final y la devolución de los fondos recolectados en los pocos días de la campaña”.[68] Como vimos en la declaración, los estudiantes plantearon objetivos que mostraron un gran deseo de cambio social. Sin embargo, las federaciones estudiantiles guarecían diversas tendencias ideológicas.
De esta manera, con la perspectiva de fundar un nuevo partido político, un grupo de estudiantes se reunió en el palacio con Hernando Siles, entre ellos se encontraban Enrique Valvidieso, José Tamayo, Humberto Palza y Augusto Céspedes. En dicha reunión se consideró la formación del Partido de la Unión Nacional y los principales puntos de su programa. Algunos jóvenes intelectuales del Partido Liberal estuvieron de acuerdo con la convocatoria de Hernando Siles.[69]
Vale la pena señalar otras figuras que participaron en la Federación de Estudiantes de La Paz. Por ejemplo, Abraham Valdez, miembro del comité ejecutivo del Partido Socialista Máximo junto a Tristán Marof, pero quien más tarde se adhirió al APRA. El marxista José Aguirre Gainsborg, que años después, aliado a Tristán Marof, participará en la fundación del Partido Obrero Revolucionario en Buenos Aires. La actuación de Manuel Elías, de tendencia liberal-conservadora, completa la variada composición política de la Federación de Estudiantes de La Paz.[70] Así pues, los miembros de la Federación de Estudiantes de Cochabamba se organizaron alrededor de un núcleo marxista; en otras palabras, según Guillermo Francovich, los dirigentes más prestigiosos del marxismo actuaron en esta federación, como fueron Ricardo Anaya, Arturo Urquidi y José Cuadros Quiroga.[71]
Hay que hacer notar que José Antonio Arce formó parte de la Federación de Estudiantes de Cochabamba al mismo tiempo que era militante del Partido de la Unión Nacional instrumentalizado por Hernando Siles. Lo cual no invalida que posteriormente fundó la  Federación Universitaria Boliviana (1928) junto con Ricardo Anaya. Asimismo Arce es considerado uno de los mayores exponentes del marxismo durante la década de 1930. También  lideró el exilio boliviano en Chile durante la Guerra del Chaco, en este contexto fundó el Partido de la Izquierda Revolucionaria. Más tarde fue catedrático de la Universidad de La Paz y fundador del Instituto de Sociología Boliviana (1941).[72]


Notas:
[1] Zwuany Castro Vaca es mexicana. Realizó estudios de Licenciatura en el Colegio de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México. Contacto: exotica_zwa@hotmail.com.
[2] Ricardo Melgar Bao, Historia del movimiento obrero latinoamericano. Historia de una clase subalterna, México, Alianza Editorial Mexicana, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990, p. 211.
[3] Línea de interpretación sugerida por Ricardo Melgar Bao, Ob. Cit., p. 245.
[4] Herbert Klein, Orígenes de la revolución nacional boliviana. La crisis de la generación del Chaco, México, CONACULTA/Grijalbo, 1985, p. 90.
[5] Línea de interpretación sugerida por Guillermo Francovich, El pensamiento boliviano en el siglo XX, México, Fondo de Cultura Económica, 1956, p. 103.
[6] Irma Lorini, El movimiento socialista “embrionario” en Bolivia 1920-1939. Entre nuevas ideas y residuos de la sociedad tradicional, La Paz, Cochabamba, Los Amigos del Libro, 1994, p. 101.
[7] Línea de interpretación sugerida por Herbert Klein, Ob. Cit., p. 89.
[8] Línea de interpretación sugerida por Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui, Los artesanos libertarios y la ética del trabajo, La Paz, Editorial e imprenta “Gramma”, 1988, p. 78.
[9] Línea de interpretación sugerida por Irma Lorini, Ob. Cit., p. 130.
[10] Guillermo Lora, Historia del movimiento obrero boliviano. Tomo III 1923-1933, La Paz/Cochabamba, Los Amigos del Libro, 1970, p. 181.
[11] Línea de interpretación sugerida por Irma Lorini, Ob. Cit., p. 134.
[12] Línea de interpretación sugerida por Hernán Topasso, Tristán Marof o el enigma de América Latina, Tesis para optar por el grado de Licenciado en Historia, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, p. 121.
[13] Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 183.
[14] Línea de interpretación sugerida por Hernán Topasso, Ob. Cit., p. 124.
[15] Línea de interpretación sugerida por Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui, Ob. Cit., p. 23.
[16] Línea de interpretación sugerida por Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 358.
[17] Línea de interpretación sugerida por Silvia Rivera Cusicanqui y Zulema Lehm, Ob. Cit., p. 25.
[18] Ibíd., p. 26.
[19] Ibíd., pp. 28-29.
[20] Ricardo Melgar Bao, Ob. Cit., p. 224.
[21] La FOI se fundó en 1912 en oposición a la Federación Obrera de La Paz de vertiente liberal. En la FOI convivían ideas anarquistas, anarco-sindicalistas y marxistas que comenzaban a circular entre el artesanado y el incipiente movimiento obrero paceño (Hernán Topasso, Ob. Cit., p. 123).
[22] Reproducimos el programa del Partido Socialista de 1914:
1. Organización del Consejo Supremo Administrativo, basado en cuerpos técnicos y con facultades de crear leyes y sancionar los proyectos de leyes elevados por los consejos especiales.
2. Abolición del Sistema Camaral.
3. Abolición del latifundio y colectivización de la agricultura.
4. Creación de una instancia estatal o Consejo Agropecuario.
5. Creación de un Banco Agrícola.
6. Alfabetización política e intelectual de la raza indígena.
7. Política de colonización de tierras despobladas incentivando la inmigración europea. Se haría la colonización con población europea y autóctona.
8. Organización de un consejo militar.
9. Programación de asistencia médica a todos los centros poblados, fábricas, minas, ingenios, talleres, oficinas, colegios, grupos gremializados y regiones tropicales, así también como la creación de hospitales y asilos.
10. Organización de la justicia a través de un Consejo Supremo de Justicia.
11. Creación de un Consejo Penitenciario Nacional para implementar métodos pedagógicos penales.
12. Creación de un Congreso Sindical Obrero de orientación socialista.
(Irma Lorini, Ob. Cit., pp. 159-160).
[23] Línea de interpretación sugerida por Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 186.
[24] Ibíd., p. 154.
[25] Ídem.
[26] Irma Lorini, Ob. Cit., p. 146.
[27] Ibíd., p. 164.
[28] Línea de interpretación sugerida por Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 142
[29] Línea de interpretación sugerida por Herbert Klein, Ob. Cit., p. 88.
[30] Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 145.
[31] Línea de interpretación sugerida por Herbert Klein, Ob. Cit., p. 89.
[32] Ibíd., p. 154.
[33] Irma Lorini, Ob. Cit., p. 158.
[34] Ídem.
[35] Ibíd., p. 164.
[36] El Diario, 9, IX, 1921 (Irma Lorini, Ob. Cit., p. 157).
[37] Irma Lorini, Ob. Cit., p. 162.
[38] El Diario, 29, I, 1922 (Irma Lorini, Ob. Cit., p. 158)
[39] Línea de interpretación sugerida por Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 142
[40] Esta perspectiva también es sostenida en: José Aricó, La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
[41] Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 145.
[42] Ibíd., pp. 149-150.
[43] Línea de interpretación sugerida por Guillermo Lora, Ob. Cit., pp. 82-83.
[44] Ibíd., p. 153.
[45] Línea de interpretación sugerida por Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui, Ob. Cit., p. 26.
[46] Ídem.
[47] Línea de interpretación sugerida por Martin Bergel, “Con el ojo izquierdo. Mirando a Bolivia, de Manuel Seoane. Viaje y deriva latinoamericana en la génesis del antiimperialismo APRISTA”, http://shial.colmex.mx/docs/Bergel.pdf, p. 6, consultado el 19 de julio de 2011.
[48] Línea de interpretación sugerida por Guillermo Lora, Ob. Cit., p. 80.
[49] Línea de interpretación sugerida por  Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui, Ob. Cit., p. 27.
[50] Andrey Schelchkov, En los umbrales del socialismo boliviano: Tristán Marof y la Tercera  Internacional Comunista, p. 4.
[51] Manifiesto del Partido Socialista Máximo de Bolivia, en La Correspondencia Sudamericana, S/F, p. 15.
[52] Ídem.
[53] Ibíd., p. 14.
[54] Ibíd., p. 16.
[55] Ídem.
[56] Línea de interpretación sugerida por Forrest Hylton, “Tierra común: caciques, artesanos e intelectuales radicales y la rebelión de Chayanta (1927)”, p. 182.
[57] “Manifiesto del Partido Socialista Máximo de Bolivia”, en La Correspondencia Sudamericana, S/F, p. 16.
[58] Véase: Henry Barbusse, El cuchillo entre los dientes. A los intelectuales. Tradujo el diputado Manlio  Fabio Altamirano, México, [Editor no identificado], 1922.
[59] Manifiesto del Partido Socialista Máximo de Bolivia, en La Correspondencia Sudamericana, S/F, p. 15.
[60] Ricardo Melgar Bao, “Señas, guiños y espejismos revolucionarios: México y Bolivia”.
[61] Línea de interpretación sugerida por Ricardo Melgar Bao, “Señas, guiños y espejismos revolucionarios: México y Bolivia”.
[62] Ídem.
[63] Herbert Klein, Ob. Cit., p. 110.
[64] Ricardo Melgar Bao, “Señas, guiños y espejismos revolucionarios: México y Bolivia”.
[65] Línea de interpretación sugerida por Mortimer Arias, “El protestantismo en Bolivia”, p. 316.
[66] Ibid., p. 317-319.
[67] Herbert Klein, Ob. Cit., p. 110.
[68] Ibíd., p. 111.
[69] Ibíd., p. 112.
[70] Ricardo Melgar Bao, “Señas, guiños y espejismos revolucionarios: México y Bolivia”.
[71] Línea de interpretación sugerida por Mortimer Arias, Ob. Cit., p. 316.
[72] Línea de interpretación sugerida por Irma Lorini, El movimiento socialista “embrionario” en Bolivia 1920-1939. Entre nuevas ideas y residuos de la sociedad tradicional, La Paz, Cochabamba, Los Amigos del Libro, 1994, p. 126.

Bibliografía:

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 CASTRO VACA, Zwuany, (2012) “Diligencia socialista en Bolivia (1920-1926)”, Pacarina del Sur [En línea], año 3, núm. 11, abril-junio, 2012. ISSN: 2007-2309. 13 de octubre de 2012. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/home/oleajes/443-diligencia-socialista-en-bolivia-1920-1926

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